Hace 38 días, un paseo con mi familia me posó frente a un lago hermoso, lleno de veleros, con niños jugando a la orilla. Era como “Paseo en bote en el Sena” de Renoir, pero con menos ropa. “Esto es digno de publicar en facebook” pensé al ver tanta belleza. Ahora, era tomar la decisión de que medio usaría: Mi Nikita semiprofesional que me ha regalado tan buenas capturas o mi smartphone en el que podía “compartir” inmediatamente lo afortunada que era. Ello, me llevó a pensar cual era ahora mi orden de prioridades. Como quien no quiere la cosa, descaradamente, la tecnología se me había metido en la vida, en la rutina, en el despertar. Sin darme cuenta había cambiado la sonrisa de mi amado y su cálido “buenos días” por chequear mis notificaciones. Cambié el tinto ventaniado jugando a adivinar el clima por mi cita con la applicación de Wheather Network. Cambié, sentarme a leer el periódico por “corroborar” la veracidad de las publicaciones de Facebook... Si se murió Vicente por enésima vez, o quien publicó la masacre de Kenia del 2015 de los 500 estudiantes que la gente postea una y otra vez sin fijarse siquiera en la fecha. En fin, un montón de pequeñas indignaciones que me robaban mis rituales y mi magia. Si contar, con toda mi verguenza, que ya había recibido un par de haladas de oreja de mis amores porque estaba respondiendo en “piloto automático”.
Tomé la decisión: Un mes sin facebook y veremos que pasa. Como si lo hubiera dicho en voz alta me desperté de un tablazo. Me tocó mirar el lago y no mi teléfono, mis hijos y no sus fotos, mi esposo y no sus mensajes de texto, mi vida y no mis recuerdos. La primera semana fue la peor. Como siempre he sido volatil de voluntades, o ligera de faldas, o con voluntad de puta lo primero que hice fue desactivar la cuenta y eliminar las aplicaciones. Eso me salvó del fracaso. Cual adicta en detox ese hormigueo en la mano y un montón de justificaciones en la cabeza para “echar una ojeadita no más” Gracias a Dios, había compartido este projecto de abandono con mi amado quien me llenó de besos las manos vacías. Luego, ver momentos hermosos y dedicarme a contemplarlos... no a “compartirlos”. Como puedo compartir algo que no poseo? Cómo transmitirles la belleza de algo que solo estoy viendo a través de la pantalla?
Y así se pasó la segunda, la tercera semana... Viviendo más conciente de lo que solía hacerlo, disfrutando más las maravillas de la corporeidad. Sin contar, que el plan de datos me duró para todo el mes cuando venía pagando extras! Hace tiempo reconocí en mi vida ciclos de 2 años donde hago cambios radicales en mi rumbo. En Junio 15 de 2016 cumplí 2 años en Canada y me senté en la puerta de mi casa a esperar el nuevo destino. No pasó nada. Después de frecuentes lagrimeadas por mi crisis de inmigrante, porque no veía norte, porque tocaba puertas que no se habrían; todo empezó a tomar su lugar. Las cosas llegan cuando uno esta abierto a recibirlas y milagros comenzaron a pasar. Conseguí un trabajo los lunes como asistente médica y como cuando uno se casa es que aparecen los novios, esa misma semana, la primera de agosto, dos invitaciones a entrevista para posiciones de tiempo completo. Para acortar el cuento, llegaron los milagros que estaba esperando: Dejé de ser desempleada, mi amado-amante regresa a su profesión y veo cerca la posibilidad de que mi familia venga a abrazarme.
Ahora, mi ultimatum: Regreso a facebook. Extraño mi país con su colorido, mis amigos, sus ocurrencias y sobretodo su inteligencia. Quiero saber sobre sus nuevos cortes de pelo, sus adquisiciones, sus fotos casuales; enviarles mi amor en sus fechas especiales. Aun más importante, seguir apareciendo en la vida de mis elegidos para que no se olviden de mí y me saquen del llavero. Espero eso sí, hacerlo a conciencia y con intermitencia, para que los gygabites no se me roben la vida.
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