miércoles, 18 de mayo de 2016



LA Niña QUE ESCRIBÍA
Había una vez una niña que se llamaba Niña y le gustaba escribir. Escribía todo, por todo y para todo. Escribía su lista de actividades cotidianas, con pros con contras, con tíldes y comas. Escribía eso sí, primera cosa en la mañana lo que tenía que escribir. Algunas veces pensaba ir a escribir al parque, tomar un poco de sol, sentir la brisa. Otras veces se veía de boina roja y taza humeante escribiendo bohemia en un café de esquina. Escribía como sería el hombre sigiloso que la miraba sin descaro, maravillado de ver las letras saliendo de sus orejas mientras ella, escribía. Quería también, (esto iba tercero en su lista de quereres) sentirse triste, nostálgica en una paleta de grises, envuelta en su pijama aun dentro de la cama escribiendo su dolor... Eso sería inspirador. Quería llevar su cuaderno a Roma, Paris, Argentina, Amazonas, la cama de su amado, el abrazo de su madre... Tenía tantas cosas que escribir... Pero primero, debía escribir como escribirlas. 

Había una vez, que no hubo más veces y las listas de Niña nunca fueron tarde, brisa, café, Paris o abrazo.

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