LA Niña QUE ESCRIBÍA
Había una vez una niña que
se llamaba Niña y le gustaba escribir. Escribía todo, por todo y para todo.
Escribía su lista de actividades cotidianas, con pros con contras, con tíldes y
comas. Escribía eso sí, primera cosa en la mañana lo que tenía que escribir.
Algunas veces pensaba ir a escribir al parque, tomar un poco de sol, sentir la
brisa. Otras veces se veía de boina roja y taza humeante escribiendo bohemia en
un café de esquina. Escribía como sería el hombre sigiloso que la miraba sin
descaro, maravillado de ver las letras saliendo de sus orejas mientras ella,
escribía. Quería también, (esto iba tercero en su lista de quereres) sentirse
triste, nostálgica en una paleta de grises, envuelta en su pijama aun dentro de
la cama escribiendo su dolor... Eso sería inspirador. Quería llevar su cuaderno
a Roma, Paris, Argentina, Amazonas, la cama de su amado, el abrazo de su
madre... Tenía tantas cosas que escribir... Pero primero, debía escribir como
escribirlas.
Había una vez, que no hubo
más veces y las listas de Niña nunca fueron tarde, brisa, café, Paris o abrazo.
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