viernes, 24 de marzo de 2017

Mamita asustada (por no decirlo peor)


Después de que me felicitan por mi nuevo trabajo con MSF, la siguiente pregunta es: Y los niños? Obviamente la intención es asegurarse de que tengo un plan para ellos, son personas que me quieren y que esconden detrás de esa pregunta un " Hay algo en lo que te pueda ayudar?"
Pero es inevitable sentir la punzada, agudita al principio, taladrante al final. Soy la reencarnación de La Llorona, vagando por el mundo y pensando (esperemos que la locura no me lleve a gritarlo) "dónde están mis hijos?"

Todo es tan claro! No dudo un segundo de mi intención de irme por mi crecimiento personal, profesional y mi obligación de aportar un granito de arena a la desequilibrada balanza de la justicia (sin contar el inútil ego que produce hacer parte de una organización humanitaria). Esto es algo que debo y quiero hacer. El momento es ahora.

Sin embargo, eso no mengua el dolor de pensar en la niña que encontraré siendo mujer, en el niño que encontraré siendo mas sabio sin yo haber estado ahí para disfrutarlo.  Duele, egoistamente, saber que no seré más necesaria en sus vidas, aprenderán a alcanzar y calcular la dosis de acetaminofén, a calentar los panqueques, ha cobijarse solitos y orar en la oscuridad.

Momento de lucidez. Todos los padres somos "culpables". Ese chip se activa cuando nos fecundan o fecundamos (hablando no solo de la fecundación uterina  sino también de la fecundación del  alma en la adopción). Nunca seremos lo suficiente: sanos, sabios, maduros, buenos ejemplos, trabajadores inagotables pero también con todo el tiempo del mundo para rodar sobre las praderas; con energía inagotable, con finanzas autosostenibles, con creencias espirituales indiscutibles (ser perfectamente creyente o perfectamente agnóstico)... Ahora, mi látigo es el viaje pero si no fuese así habría otro. Lo entiendo, estoy haciendo lo que creo conveniente por mí, por ellos, por la humanidad... eso debería ser suficiente.

Momento de lucidez borrosita por las lágrimas: Y el besito matutino, y las loncheras, y los uniformes, y las películas aburridoras, y las historias de amores, y las lágrimas que mi pecho parecían sanar...

Se que todo estará bien. Pero al sacar la maleta, lo primero que aparece para empacar, son mis nostalgias.