Después de
que me felicitan por mi nuevo trabajo con MSF, la siguiente pregunta es: Y los
niños? Obviamente la intención es asegurarse de que tengo un plan para ellos,
son personas que me quieren y que esconden detrás de esa pregunta un " Hay
algo en lo que te pueda ayudar?"
Pero es inevitable sentir la punzada, agudita
al principio, taladrante al final. Soy la reencarnación de La Llorona, vagando
por el mundo y pensando (esperemos que la locura no me lleve a gritarlo)
"dónde están mis hijos?"
Todo es tan
claro! No dudo un segundo de mi intención de irme por mi crecimiento personal,
profesional y mi obligación de aportar un granito de arena a la desequilibrada
balanza de la justicia (sin contar el inútil ego que produce hacer parte de una
organización humanitaria). Esto es algo que debo y quiero hacer. El momento es
ahora.
Sin embargo,
eso no mengua el dolor de pensar en la niña que encontraré siendo mujer, en el
niño que encontraré siendo mas sabio sin yo haber estado ahí para
disfrutarlo. Duele, egoistamente, saber
que no seré más necesaria en sus vidas, aprenderán a alcanzar y calcular la
dosis de acetaminofén, a calentar los panqueques, ha cobijarse solitos y orar
en la oscuridad.
Momento de lucidez. Todos los padres somos
"culpables". Ese chip se activa cuando nos fecundan o fecundamos
(hablando no solo de la fecundación uterina sino también de la fecundación del alma en la adopción). Nunca seremos lo
suficiente: sanos, sabios, maduros, buenos ejemplos, trabajadores inagotables
pero también con todo el tiempo del mundo para rodar sobre las praderas; con
energía inagotable, con finanzas autosostenibles, con creencias espirituales
indiscutibles (ser perfectamente creyente o perfectamente agnóstico)... Ahora,
mi látigo es el viaje pero si no fuese así habría otro. Lo entiendo, estoy
haciendo lo que creo conveniente por mí, por ellos, por la humanidad... eso
debería ser suficiente.
Momento de lucidez borrosita por las lágrimas: Y
el besito matutino, y las loncheras, y los uniformes, y las películas
aburridoras, y las historias de amores, y las lágrimas que mi pecho parecían
sanar...
Se que todo estará bien. Pero al sacar la
maleta, lo primero que aparece para empacar, son mis nostalgias.