martes, 19 de julio de 2016

MICROMACHISMOS FEMICIDAS



Comenta una mujer de la farádula criolla colombiana de la que me reservo el nombre para evitarle publicidad, que "Nos jodimos el día que las mujeres creyeron que 'igualdad de género', consistía en ser vulgares, promiscuas y borrachas".
A lo que yo alego, que realmente nos jodimos fue cuando como mujeres  (como género) nos abandonamos y nos creímos en el derecho de criticar a nuestras congéneres, incluso si estas son "vulgares, promiscuas y borrachas".

Su opinión no está dirigida a la pérdida de valores en la sociedad (que es tópico para dar y convidar) sino que su rechazo apunta a las mujeres en especial  ya que en ellas, estos hechos son  mucho más ominosos; estas tres actividades que en otrora, habían sido aplaudidas y estimuladas entre el género masculino (sin intención de generalizar los especímenes encantadores que se escapan de esa tendencia). Bien sabidos son los ritos de iniciación Colombianos:  la primera borrachera del niño  y/o llevarlo al prostíbulo para convertirlo en hombre; sin contar que después de esto hay que aplaudir como un trofeo cada conquista de la lista. Osea, el pecado no esta en  'emborracharse, pichar y pelear' como dice el dicho, el pecado está en ser mujer.

Como mujer demando dejar de ser definida por valores que no he escogido.  Años atras, para ser buena mujer debía ser buena cocinera y fácil de preñar. Hoy por hoy la lista es interminable. Para ser  exitosa hay que ser  "una señora en la calle y una fufa en la cama", fashion pero no plástica, de buen gusto pero no interesada, economicamente independiente pero sumisa...

Quiero que se reconozcan tantos años de amordazamiento, que tenga en ellos libre derecho a descubrirme y equivocarme. Quiero mi derecho a emborracharme, pichar y pelear. Quiero lidiar con las consecuencias de los actos, siempre y cuando ello no esté definido porque tengo vagina. Si me emborracho, que lo único que tenga que cargar sea el guayabo y el esguince de la caida... no el abuso. 

Cuando escribo esto, no pienso en mí, que tuve la fortuna de crecer en una familia donde el rol de la mujer es respetado y valorado. Escribo, pensando en Qandeel Baloch, (a quien su hermano estranguló esta semana en Pakistan, porque no le pareció bien que se tomara selfies) y en voz de las tantas otras muertes sin resonancia. Escribo, para gritarle a los que pueda, que la cultura juega un papel importantísimo en el maltrato a la mujer ya que a diferente escala, este ha sido avalado por la sociedad. Si ven este homicidio como algo pavoroso  déjenme decirles que para ellos es tan normal como el “la violaron porque se la buscó, borracha y en minifalda”. Tan normal como a mi compatriota de la farándula criolla, le parece que nos jodimos por intentar hacer, como mujeres lo que muchos otros hacen libremente y sobre todo SIN MIEDO.


Dedicado a todas mis mujeres “vulgares, promiscuas y borrachas”. (Y un abrazo respetuoso y amoroso también, a las que no lo son)