jueves, 7 de abril de 2016

El sabor de las mujeres. I parte


No les he podido encontrar la sazón a las mujeres. No se si se hicieron para comerse vivas, o para comerse muertas. 
Al menos tengo claro, que se hicieron para comerse.

A mi abuela se la comió mi abuelo, y como en esa época los
valores nutricionales eran diferentes, le tocó mantenerla en la canasta
familiar; que despacito se iba llenando de más y más muchachitos.
A mi mamá se la comió mi papá con tan buena suerte que corrían los 60s: la
píldora, la libertad, el amor, el desamor y el sexo uniendo los eslabones. Ahí estuvo al lado de ella hasta que sus gustos alimentarios cambiaron y así porque
si, porque somos libres, la dejó. Toca es ver que tan libre quedó ella;
porque  mientras el cargaba su chaqueta de cuero, ella cargaba mi humanidad.
Con  libertad y muchachito a bordo, le tocó volver a la casa del abuelo a pedir cacao, con la libertad de ser madre soltera y la
libertad de salir a trabajar para mantenerme. De ser secretaria como ella quería, ya podía irse olvidando. O quien mantendría el pelaito mientras ella se iba para la Escuela Remington?

Me metí a las sábanas rapidito. Mi tía Beatriz a los 12 años me ahorró camino.
Es que yo siempre fui bonito y ella talentosa, tan así que a esta hora vive en España de la pensión del marido que se consiguió por internet. Las de esta tierra son gustonas.
Todas las pelaitas me coqueteaban, nunca me costó mucho esfuerzo colarme en los calzones de nadie. Pero a mí lo que me gusta es la plata y esa sí es bien dura de levantar. Lo de la estudiada es para otros que tienen mas tiempo y
menos contactos... Como les digo, mi tía Beatriz me ahorró camino. No solo fue mi primer polvo, sino también mi primer empleo.
Cargar cositas de aquí para allá y recibir plata para dar y
convidar. La plata esta hecha, pero como digo: no todos somos bonitos y talentosos.

A los 16, hice un mandado donde una señora de alcurnia. Una cuarentona parrandera, con el marido en la cárcel y una que otra deuda en la calle, por lo que todo le gustaba a domicilio. Esa noche tenía fiesta con amiguitas pero se había quedado cortica de “existencia”, por lo que el nuevo
novio de la tía Beata me mandó a llevarle el encarguito. Una casa lujosa, como esas del barrio de La Cola del Zorro: Entrada en un bosque, parqueadero en rotonda con fuente y ángel en la mitad.

-  Eh quiai, que niño tan lindo! Vení entra y te tomas algo que ahorita te llevan- . Y yo ni corto ni perezoso allá fui a dar, con las otras 4 damiselas emparrandadas, buenonas y alborotadas.
En la mesa no cabía un plato más. Había cosas que en mi vida había visto incluso en las bonanzas de la tía Beata. Vino, aguardiente, cerveza, ron, whisky... Tacita con hierba, cenicero con pastillitas de colores,
espejito sin rallas  (eso no era problema, yo ya había entregado el paquetito)... Doña Juana me miraba
complacida... -Nadie goza como los niños chiquitos- decía. -Siéntase como en casa papi y pida lo que quiera que en la carta hay más-.

Ve esta vieja pendeja, cree que yo soy caído del zarzo. Saber que con la tía ya he probado una que otra cosita. Pero las pastilitas de colores... esas eran mercancía muy cara como para dejarme probarla, así que aquí voy.

Esta cosa no hace nada, igualito estoy. 
Que hijuemadre calor el que esta haciendo. Epa! esa canción me gusta, a bailar. 
Hum, mirá que lámpara tan bonita, como brilla. Y esa luz tan pulidita como baja, en una rallita
perfecta. Ve, yo no me había dado cuenta que esa ralla me entra por los ojos y me ilumina por dentro, por eso será también que tengo tanto calor. 
Uff, y que hay para tomar que de la caminadera ya me dio mucha sed.

Estas fiestas de ricachón si que son muy buenas, es que
hasta el gusto para la música es distinto. Y todas tan bonitas bailando, animadas, sin problemas. Doña Juana anda como coqueta, y viéndola bien, no esta ni mal.

Que, 50 pesos por la camisa? y yo que pensaba quitármela gratis
"Bailando, bailando", me empezaron a gritar las locas estas y como igual la canción pegaba empecé a desabotonarme.
Viejitas sinvergüenzonas, caramba... Todavía recuerdo las caras. Yo creí que a los cuarenta ya maduraban, pero como que al revés, se desmaduran. Y eso que dicen que los de las crisis son los machos, pero mujeres, ahora que se de ellas, se deschavetan igual.

(Carajo, tengo los calzoncillos del roto y mi mamá que me dijo que los botara. Una madre sabe siempre que es mejor para sus hijos.)

Que qué doña Juana? 200 por los yiyos si nos vamos para la pieza? Esta como que es mi noche...
También pensaba hacerle el favorcito gratis.

Ni me acuerdo que hice o que dejé de hacer, pero lo tuve que
haber hecho bien.

-Usted baila muy lindo, se mueve muy rico.
Vea papi para que se vaya para la casa en taxi.
Para que venga el miércoles.
Para que pague un gimnasio y saque un poquito de músculo y se vea mas lindo,

y para que compre yiyos.