miércoles, 30 de marzo de 2016


 Enfrentando el dilema de ser nada

Soy una mujer, una madre, esposa, inmigrante, bailarina, hija,  médica, tía, hermana, amiga. Y muchas otras cosas, que como buena mujer, no alcanzo a recordar en mi afán de mantener bajo perfil. Vale aclarar, que solo las cuatro primeras estan en ejercicio activo. El resto de la lista, esta en pausa pero con pulsiones presentes.
Con mi rol de inmigrante, ha venido un cambio radical en mi agenda cómoda y rutinaria que me ha permitido explorar las muchas otras Crystales que me habitan. De eso se trata este blog. De un ejercicio personal,  indisciplinado, sincero y sin pretensiones, para hablarme y escucharme; para reunirme con esa mujer a la que le debo tanto y de la que el frenético ritmo de mi vida pasada me mantenia alejada. Ahora, en un perfil público para sentir las voces de los que me han acompanado y las caricias bondadosas de desconocidos.
Esta es mi segunda entrada. Durante la semana espere la epifanía de mi Nuevo tema. Pero no llego. Lo lamento. Estos ciclos femeninos son tan radicales e impredictibles, que hoy, me considero estéril.




 Enfrentando el dilema de ser nada

Hay días como hoy donde no soy nada, ni siquiera la nada que no quiero ser. No tengo energía para trabajar en mi plan macabro de conquistar el mundo, ni tampoco para resistirme a ese status quo bello y apasionado donde forcejeo para no ser poesía.

Tengo días como la primavera llena de semillas fértiles que planto y planto y planto. Mágicos, vitales, creativos casi divinos. Días en que entiendo la Unidad, el amor, la compasión. Donde veo todo conectado por haces de luz.

Tengo días cálidos de verano arrollador, apasionado, rojo de piel. Pelo recogido desordenado, poros clamando a gritos por caricias y saliva, un volcán de piernas atadas como quien tiene urgencia esperando derramar su lava para estremecer la tierra.  Días de pilo-erección.

Tengo dias otoñales, ocres, románticos y taciturnos. Nostalgia y bohemia  donde puedo serlo todo, pero con la bendita gana de ser nada. Me cuesta acallar tanta saudade vivida. Una lágrima en el ojo y una sonrisa en el alma de complencia cohabitan. Recordando aquel cafecito en Paris con el Gorrion cantando La Vie est Belle reviviendolo como si fuera ayer, aunque nunca haya sido.

Tengo días invernales, fríos y despiadados, de lagrimear hasta los tuétanos, de lavarme las heridas con mi propia savia. Días en que me miro al espejo a contemplar como me despellejo, quemada, ardiendo. El cuerpo se me derrite entre gritos de horror mientras las visceras exangües quedan esparcidas por el suelo.

Y tengo días como hoy, días que no tengo. Viendo mi fantasma  entre rosas disecadas; entre moscas y gusanos que reniegan a carcomer mi podredumbre, después de que la Primaveral tomo mi magia, la Veraniega mi belleza, la Otoñal mi poesía y la Invernal mi propia muerte.

Soy una conveniencia histórica, como un biciesto, que se ajusta a los recovecos donde el vacío no se siente a gusto. Por ende, propugno hoy que la conjugación del verbo vivir,  en si mismo es insignificante; hoy estoy viva, pero sin vida. No regocijo, no desolación no porvenir. Me siento entonces, invisible, a esperar que llegue la primavera.

jueves, 24 de marzo de 2016

VIVIENDO EN CUENTA REGRESIVA



Sobre mí,
Diez escondrijos
Nueve  mutaciones
Ocho revoltijos
Siete moretones
Seis crucifijos
Cinco abstenciones
Cuatro acertijos
Tres pasiones
Dos hijos.

Sobre mí una vida,

Una vida sobre mí.